(En recuerdo de mi hermana Rafaelita, que nos dejó huérfanos de su amor y de su alegría una triste mañana de mayo)
(Campanario de la Catedral de Córdoba. Andalucía. España)
Córdoba tañe campanas
de dolor y de tristeza.
¡Nunca más verá tus ojos
de caramelo y de menta!
Ni Julio Romero pudo
reflejar tanta
belleza
cuando con arte pintó
a la mujer cordobesa.
Pues eras morena tú
de luna, sol y de estrellas
con esencias de tomillo,
albahaca y yerbabuena.
Que no ha nacido pintor
en un lugar del planeta
que acierte a
perfilar
esos ojos de agarena.
Ojos de dulce aguamiel,
que enlucían las aceras
de tu Córdoba la llana,
¡tan galana y tan torera!
Ni habrá color en el mundo,
ni habrá matices ni ceras,
que tu mirada profunda,
de manzanilla y de seda,
puedan plasmar con acierto
en óleo o en
acuarela,
mirada que engalanaba,
como relucientes gemas,
la Plaza de las Tendillas
al son de sus castañuelas.
Pinceles no existirán,
que de tu piel recogieran
la frescura y el misterio
de las noches abrileñas,
noches de limón jugoso,
de jugosa madreselva,
de peregrinos amores,
escalando enredaderas
en la calle de Los Tintes
y en la alegre Corredera.
No ha de
nacer quien modele
tu donaire y tus
maneras,
ni el duende
de tu cintura
en siglos que
sucedieran.
Ni tu boca de
amapola,
de amplia
sonrisa abierta,
que
seguiriyas bailaban
cuando con
sal la movieras.
Ya no pasearán las calles
ni pisarán las callejas
esos pies de arrobo y vida,
tus pies de arrebato y pena,
que acariciaban el suelo
con sus seductoras teclas,
cautivando corazones
allí donde los pusieras.
Y lloran por las esquinas
y gimen por la Ribera
los geranios de los
patios,
las flores de las
plazuelas,
de la Mezquita el naranjo,
del Bulevar la azalea,
del Alcázar los cipreses,
de la Victoria palmeras,
de la Medina los mirtos,
y de la Merced la adelfa,
¡y el río Guadalquivir
se vacia
sin tu presencia!
Córdoba tañe campanas
de dolor y de tristeza.
¡Nunca más verá tus ojos
de caramelo y de menta!
MjH
(Antequera, mayo de 2005)