Por el corazón del río
van mis sueños navegando
en pátinas cristalinas,
sobre su nácar posados.
Sueños hambrientos que llegan
al arenal de tus brazos
y allí despliegan sus alas
meciéndose desbocados.
¡Quién fuera sueño de fuego
para bogar sin descanso
por los volantes del cielo
hasta tu ardiente regazo!
(MjH)