Mi corazón tiene alas,
mi corazón se te acerca,
y yo me empeño en atarlo,
pero el amor no me deja.
De esta lucha encarnizada,
emana una inmensa pena,
que me inunda de agonía,
que me sume en la tristeza.
Dolorida me pregunto
el porqué de esta condena,
mas la razón me responde:
“Libertad: una quimera”.
Ay, libertad, ¡qué utopía!
si yo vivo prisionera,
encadenada a unos ojos,
con ellos veo la tierra,
a una soñada sonrisa
de aterciopelada seda,
a unos labios que me huyen,
a unos labios que se acercan,
a un cuerpo que interrogante
de deseo me enajena,
a un amor apasionado
a un cariño que me ciega…
¿Quién me librará a mí entonces
de sempiterna cadena?
¡Que me libre la razón
del tiempo, su compañera!
MjH
Me encanta... es precioso.
ResponderEliminarUn beso grande.
Gracias, Marga. Me alegra que te guste. Otro beso
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