Puertas cerró con ademán seguro,
marcos blindó con acerado anclaje,
de rudo hierro cubrió todo el ropaje,
con doble llave de filo acre y duro.
No hubo lugar más sacro y más puro,
que al corazón sirviera de hospedaje,
a resguardo de un pirata abordaje
y al amparo de un potente y ancho muro.
Allí habitó, reliquia venerada,
en dulce paz, sin agrio adversario,
bajo el manto guardián de su morada.
Mas vino Amor, ardiente y temerario,
a abatir la muralla levantada
y profanó con fiereza el santuario.
MjH