Salta la niña,
salta risueña,
la vida, toda,
la vida entera,
cabe espaciosa
en la ágil cuerda
y en la sonrisa
de su alma tierna.
No se avecina
negra tormenta,
sólo hay vaivén
y espera eterna
en sus zapatos
de verde hierba
y en su cintura
de primavera.
Fuera del orbe
de sus piruetas,
juega el horror
juegos de guerra
en el columpio
de su trinchera
y esparce hiel
de fría pena.
Pero la niña
salta risueña.
La vida, toda,
cabe en su cuerda.
MjH