Danzaban por el mar las ilusiones
y en crestas espumosas se mecían
de olas, que en la arena adormecían,
aromando el espacio de emociones.
Pintaba el sol los cálidos rincones,
crisol de luz, reflejos se esparcían
y en pleamar las almas se sentían
coronando de azul los corazones.
¡Dulce mañana, surges
con pujanza
y embrujas radiante y bailarina
con fruto seductor la destemplanza,
y, en tu pureza áurea y cristalina,
cantas silente un
himno de esperanza,
de plenitud serena y diamantina!
(MjH)
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