Cuando era niña, cada amanecer del Viernes Santo, me levantaba a verlo pasar por mi puerta. Luego, mientras hacía el recorrido por todo el pueblo, lo esperaba junto a mis paisanos en El Llano. Acudíamos a la representación de pasajes bíblicos y, una vez terminados éstos, lo acompañábamos a su ermita. Me dolía ver su rostro compungido y sentía una impotencia enorme al ver la imagen tan magullada y el rostro tan dolorido. Sólo pensaba entonces en cómo haberlo podido librar la maldad humana. Esta madrugada tampoco saldrá. Yo lo llevaré siempre en mi recuerdo y en mi corazón.
SONETO A NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO DE LUQUE (CORDOBA
Despójate de esa cruz hosca y fría
y acógeme en tus brazos, Nazareno,
detén presto tus pasos, ponles freno
y déjame aliviar esa agonía.
Huye de la maldad e hipocresía
y aléjate del que vive en el cieno,
busca guarida en mi grato seno,
de infiel suplicio yo te salvaría.
Limpiar tu débil rostro yo quisiera
y quitarte esa corona
impía,
enjugar estas lágrimas de cera
con paños de piedad y de alegría,
redimir tus pies de esa galera
y ungirte con aceite de ambrosía.
Milagros Jiménez