Aquel “vivo sin vivir”,
que los poetas
cantaran
se ha apoderado de mí
de la noche a la mañana.
Pues vivo porque los días,
de ilusión embelesada,
sean el camino eterno
que va hacia tu morada,
en la que nosotros dos
nos fundimos en un alma,
y se subliman los cuerpos
de la noche a la mañana.
Y sin vivir yo me encuentro
cuando la noche es llegada
y, perdida entre las sombras,
en sueños busco tu casa,
que se escapa entre las brumas,
que vislumbro en lontananza.
Me agita la incertidumbre,
crueles fieras que me abrasan,
cuando la voz del deseo
duramente es silenciada,
y ese “vivir sin vivir”
me sube hasta la garganta
y va anulando a su paso
todo viso de esperanza,
todo cariz de consuelo
de la noche a la mañana.
Pero, si nos encontramos
y siento cómo me amas,
la vida brota de nuevo,
se adueña de mis entrañas,
¡que la rezuman mis ojos!,
¡que la rezuma mi cara!
Y nado en ríos de dicha
de la noche a la mañana.
¡Que tu presencia me aviva
y es tu ausencia la que mata!
MjH
se ha apoderado de mí
de la noche a la mañana.
Pues vivo porque los días,
de ilusión embelesada,
sean el camino eterno
que va hacia tu morada,
en la que nosotros dos
nos fundimos en un alma,
y se subliman los cuerpos
de la noche a la mañana.
Y sin vivir yo me encuentro
cuando la noche es llegada
y, perdida entre las sombras,
en sueños busco tu casa,
que se escapa entre las brumas,
que vislumbro en lontananza.
Me agita la incertidumbre,
crueles fieras que me abrasan,
cuando la voz del deseo
duramente es silenciada,
y ese “vivir sin vivir”
me sube hasta la garganta
y va anulando a su paso
todo viso de esperanza,
todo cariz de consuelo
de la noche a la mañana.
Pero, si nos encontramos
y siento cómo me amas,
la vida brota de nuevo,
se adueña de mis entrañas,
¡que la rezuman mis ojos!,
¡que la rezuma mi cara!
Y nado en ríos de dicha
de la noche a la mañana.
¡Que tu presencia me aviva
y es tu ausencia la que mata!
MjH
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