Subo aquí mi "discursito" ;) de la presentación del libro: "Luque: reflejos del ayer". Mis amigos de Luque, de Antequera, mis familiares, mis paisanos... estuvieron allí conmigo, arropándome. El acto, una maravilla. Muy bien organizado. Gracias a todos.
(Aunque lo llevaba escrito, acabé por soltarme de manos y expresarlo cómo me pedía el corazón. Pero aquí queda el espíritu de mi intervención)
Buenas tardes.
Hace unos días, concretamente el 22 de febrero, se ha
cumplido el 75 aniversario del fallecimiento en Collioure de Antonio Machado Ruiz, Don Antonio por
antonomasia, uno de los poetas más humanos y representativos de la poesía
española del siglo XX.
Murió Don Antonio en el exilio, apenas iniciado este, tal y
como lo había expresado en su Autorretrato a modo de profecía, “ligero de
equipaje”, ya que, debido a los avatares de su salida de España, la maleta con
sus escasas pertenencias se había perdido en el azaroso y triste viaje hacia el
destierro, “su último viaje”. Y así entró en tierras francesas sin dinero y con
lo puesto. Murió a los pocos días de su llegada en una pensión de Colliure. Tras
su muerte, encontró su hermano un papel arrugado en el bolsillo de su gastada
americana. En este papel aparecían escritos dos versos de lo que posiblemente
hubiera sido el principio de uno de sus poemas, que quedó inconcluso por la
llegada silenciosa de la muerte y que acabó convirtiéndose en el último.
Rezaba en aquel papel lo siguiente:
“Estos
días azules
y este sol de la infancia”.
y este sol de la infancia”.
Un
Machado cansado, enfermo y dolorido, “puesto ya el pie en el estribo” de la
muerte, como dijera Cervantes al Conde de Lemos ( “Los trabajos de Persiles y
Segismunda”) no podía sino recordar desde ese pueblo del Sur de Francia “su
tierra y su infancia, su infancia y su tierra”, porque ,desde la lejanía
espacial o temporal, es la infancia del ser humano y el lugar donde la vive los
que crean recuerdos imborrables y los que hacen brotar raíces en forma de
profundos y emotivos sentimientos, que arraigan y crecen en lo más hondo del corazón, marcándolo para siempre.
Como escribe mi amigo y compañero de profesión Juan Manuel
Verdugo en la presentación del libro, la infancia es la Arcadia feliz para los mortales,
es la etapa del ser humano en la que andamos descubriendo la vida con
curiosidad, inocencia y confianza. Es el momento en el que los lugares del
entorno, el paisaje, las calles, las tradiciones, las leyendas, los olores, los
sabores, los ruidos, los silencios, los sucesos que acontecen y los que no, los
amigos, los familiares, los vecinos, convecinos, los paisanos en general…, en
definitiva, todo lo que forma parte de ese entorno, todo lo que entra por los
ojos y por la piel, acaba formando parte de nuestra existencia, acaba
instalándose en nosotros para no abandonarnos nunca jamás.
La
mía, mi infancia no son “recuerdos de un patio de Sevilla /ni de un huerto
claro donde madura el limonero”, como lo fuera para Don Antonio. La mía, mi
infancia, son recuerdos de este “albo, nítido y radiante” pueblo de la
Subbética cordobesa; de Luque, donde tuve la suerte de nacer hace ya muchos
años. (¡Qué le voy a hacer, si yo nací… en Luque!” y soy, por ende, “una bárbara
luqueña”) En esta villa de Luque, cuna de numerosas civilizaciones, pueblo rodeado de montañas y
envuelto en brumas, cargado de historia, “tierra de fronteras”…, lo que ha motivado su particular idiosincrasia
y le ha imprimido carácter a su gente. Gente abierta, tolerante, acogedora,
emprendedora, solidaria, trabajadora…, “gente de alma megalítica”, como afirmo
en la Oda, en forma de soneto, dedicada al Tajo del Algarrobo; gente con el
arrojo y la valentía de su heroína medieval, La Roldana; gente que sabe apreciar
la belleza del paisaje, el colorido de sus lomas grises, el verde de sus
olivares y el blanco de sus almendros en flor…, los aromas de romero, del
tomillo… y de la infinidad de hierbas montaraces; gente que vibra ante el azul
intenso de una bella mañana soleada y se conmueve cuando los negros nubarrones
llegan a su casa o a la casa del vecino; gente que sabe saborear la belleza de
los lugares altos y escarpados como el Castillo ( la sierra de La Lastra,
el Tajo…) y goza también de la frondosidad y frescura de sus vegas bajas, de sus
manantiales; gente, en suma, que acaba siendo embrujada por su tierra para
siempre, (“Del sutil misterio el aura eternamente en su alma”), como recojo en
el poema “Sinfonía de colores”. Porque lo que yo siento, me consta que es
compartido por todos los que hemos
nacido o vivido a la sombra del Tajo del Algarrobo.
Pues, bien, este libro que se presenta hoy ha nacido del
recuerdo nostálgico de unas vivencias, las mías. Como he dicho, y todos los que
estáis presentes sabéis, yo nací en Luque hace ya muchos años, y en este pueblo se
desarrolló mi infancia y mi adolescencia. O sea, la etapa más feliz de mi vida,
a pesar de que también hubo acontecimientos cargados de dolor. Pero como la
memoria actúa selectivamente, de los momentos vivido con alegría
y/o con tristeza, lo que permanece en el recuerdo es lo hermoso y agradable de
ese pasado, y el mío ha quedado impreso en mi corazón y ahora queda también
impreso en estas páginas.
Aunque estos recuerdos siempre han estado presentes con la
misma emoción, con la que los viví desde que dejé mi tierra natal, sin embargo,
fue necesaria una “chispa eléctrica”, “una mano de nieve que ‘supiera’
arrancarlos”, los pusiera de pie, como a Lázaro (Bécquer, Rima VII “Del salón
en el ángulo oscuro) y los convirtiera en textos literarios, dándole vida en
forma de poemas o relatos. Y esa mano no fue otra que la tranquilidad y el sosiego,
que llegaron con la madurez y, sobre todo, el reencuentro a través de
internet con amigas/-os de la niñez, con conocidos, paisanos…, y el
hallazgo en la red de webs con información y fotografías de mi pueblo, de
nuestro pueblo, que me espolearon la memoria e hicieron saltar el chip de la
creación literaria. ¿Por qué recogí parte de esos recuerdos por escrito?
Porque, como afirma Andrea Camilleri, “escribo porque así me acuerdo de todas las personas a las que tanto he
querido” y añado yo, y de todos los lugares donde fui tan feliz.
De esta forma, he podido
recorrer de nuevo las calles donde jugaba, los lugares por los que paseaba. He
podido recordar familiares, amigos y gente entrañables, a los que quería y sigo
queriendo. Historias y leyendas que me apasionaban y me siguen apasionando,
personas singulares, fiestas, tradiciones, elementos del paisaje…, que se han
incorporado a mi existencia para siempre y que ahora, al recogerlos por escrito
(“verba volant, scripta manent”) con ayuda del lenguaje poético y con mi
particular visión personal y subjetiva, podré recordar releyéndolos, porque
permanecerán también fuera de mi memoria. Estoy satisfecha y contenta de que El
Tajo del Algarrobo, las Delicias, la lozana y altanera moza del cántaro, la
labor impagable de los aceituneros, la algarabía y alegría con la que se
celebra la romería de San Jorge, los paseos románticos de las parejas de
enamorados de entonces por el Paseo, el camposanto donde reposan nuestros seres
amados, el castillo, el Tajo del Algarrobo, etc., sean, por la magia de la creación literaria, no solo personas,
objetos, lugares y sucesos, sino también entes poéticos.
Estas páginas son un pequeño homenaje a mi
pueblo, simbolizado y personalizado en mis padres, a los que se las dedico con
todo mi amor, siempre insuficiente comparado con el que ellos me dieron. Un
libro inspirado en aquellas vivencias aquí, en mi tierra, y gestado en mi segunda patria,
Antequera, la ciudad donde llevo muchos años viviendo y de la que también me
siento parte. Debió de ser el destino el que me llevó a nacer a la sombra del
Tajo y me trajo bajo el cobijo del Torcal. Entre rocas iba el juego.
Ojalá este pequeño libro, siempre incompleto, porque hay más lugares,
más personas, más hechos, que aún no han encontrado su forma literaria, toque vuestro corazón, tenga presencia
duradera en el espacio humano de Luque y despierte sentimientos similares a los
que afloraban en mí cuando lo escribía y que aún toman vida cuando lo releo.
Libro, cuya publicación hubiera sido imposible sin la ayuda y colaboración de
varias personas, a las que no puedo, también desde este foro, dejar de
agradecer sus diferentes y definitivas aportaciones:
Vaya mi reconocimiento para
Fran Hidalgo por la maquetación del texto y las imágenes; para mi marido, José
Antonio Ramos, que ha trazado los datos biográficos y la reseña, y que ha
tenido la santa paciencia de escuchar los textos cuando se gestaban; para Ramón
Solé Vilagrán, autor de la portada y contraportada; y, muy especialmente, para
Juan Manuel Verdugo por el prólogo de la obra y por la presentación que acaba de hacer. Su elección no pudo ser
más acertada. No dudé ni un instante de que el prólogo debía escribirlo él, no
solo por su sólida formación, sino también por el conocimiento que tiene de mi
persona, por la amistad que nos une desde jóvenes y por haber nacido ambos en
un pueblo, hecho este que lo lleva a comprender en toda su amplitud el espíritu que encierran
estos textos.
No olvido tampoco la
generosa aportación de mis paisanos José Baena Moreno y su web http://www.enluque.es/, Manuel Baena,
administrador de la página en facebook “Luqueños por el mundo”, José
Cubero, Eulalia Molina Jiménez, Patricio Moral, Cristóbal Poyato León y su web
http:// www.cpoyato.com/, María Jesús Ortiz Burgos,
al administrador de la página de facebook “Luque, un pueblo con encanto” y a la
Cofradía del Silencio, que me han cedido muchas de las fotos que aparecen en el
libro. Igualmente, no quiero dejar de recordar las aportaciones de amigos de la
infancia y luqueños en general en internet, por ejemplo el blog “Cosas mías” de
Luis Gil Amores, y, más concretamente, en “Luqueños por el mundo”, que me han
ayudado a recordar detalles perdidos en la nebulosa de la memoria. Gracias
también a Encarna Lara y a Rosa Roldán por
la lectura de poemas que van a realizar a continuación.
Además, quiero mostrar también
mi agradecimiento a la Presidenta de Cáritas Parroquial de Luque, Eulalia
Molina, a su Junta directiva, al Presidente de la Fundación Hospital Nuestro
Padre Jesús Nazareno, Antonio Carrillo Cañete, y a todos sus integrantes, la organización del
acto y la disposición generosa que han mostrado desde el principio para conmigo.
Así mismo les agradezco que hayan ofrecido estos salones ubicados en un lugar
tan emblemático, tan significativo y tan querido por mí, y que tan emotivos
recuerdos me traen, puesto que aquí, en el Colegio de las Mercedarias, aprendí
a leer y a escribir. Y aquí, en este mismo lugar donde nos encontramos hoy, estaba
el dispensario donde mi padre ejerció de practicante durante toda
su vida profesional. Y fue aquí, precisamente, donde atendieron a las víctimas del accidente del
tractor de diciembre del 61 y falleció la única chica, Cristina, conocida y muy
estimada por mí. Ella fue una de las mozas “lozanas y altaneras” que inspiró en
vida “La moza del cántaro” y que, desgraciadamente, inspiró también, junto a
las demás víctimas, con su muerte la Elegía en el recuerdo, que, ya, para finalizar,
quiero leeros en memoria de todos ellos.
Muy agradecida a la Sra Alcaldesa
y al Concejal de Cultura por su presencia en el acto y a todos vosotros. Muchas gracias.
LECTURAS
ELEGÍA EN EL RECUERDO (Milagros Jiménez)
http://entre52.blogspot.com.es/2013/08/soneto-elegia-en-el-recuerdo.html
UN PASEO A LAS DELICIAS (Encarna Lara)
http://entre52.blogspot.com.es/2013/08/romancillo-un-paseo-las-delicias.html
PRIMER AMOR ( Encarna Lara)
http://entre52.blogspot.com.es/2013/09/primer-amor.html
LA MOZA DEL CÁNTARO (Rosa Roldán)
http://entre52.blogspot.com.es/2013/08/romance-la-moza-del-cantaro.html
LECTURAS
ELEGÍA EN EL RECUERDO (Milagros Jiménez)
http://entre52.blogspot.com.es/2013/08/soneto-elegia-en-el-recuerdo.html
UN PASEO A LAS DELICIAS (Encarna Lara)
http://entre52.blogspot.com.es/2013/08/romancillo-un-paseo-las-delicias.html
PRIMER AMOR ( Encarna Lara)
http://entre52.blogspot.com.es/2013/09/primer-amor.html
LA MOZA DEL CÁNTARO (Rosa Roldán)
http://entre52.blogspot.com.es/2013/08/romance-la-moza-del-cantaro.html
Olé la niña!!!!
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