La ciudad se duerme,
la ciudad se apaga
entre tonos grises
de ceniza parda,
de bordes oscuros
y plomiza alma.
Anodina y mustia,
la ciudad descansa
sobre los cimientos
del día que acaba.
Sombría y monótona
la lluvia la baña
con el tintineo
de su oscura nana.
La luna a su lado
pronto se levanta.
De amarillo límpido
viste la ventana,
regando de luz
a la bella dama,
que cuida en silencio
su ilusión temprana
en brazos de nieve
y en sábanas blancas.
Su voz amarilla,
su amarilla cara,
su ocre sonrisa,
su ámbar mirada
alborean la noche
con tulipa áurea.
¡De ensueño se enciende
su boca dorada!
Y en el contrapunto
de la sombra pálida,
la dama enardece,
la ciudad se apaga.
MjH
MjH
La percepcion visual del otoño en el cuadro, junto al sonido de la melodía de Chopin,constituyen una maravillosa estampa, descrita magistralmente por el bello poema; que cadencia en las distintas etapas de su desarrollo, la melancolia otoñal de la ciudad, con el contrapunto de la vida en ella y con la sublimación final de la enardecida dama. Magnifica obra. JNV.
ResponderEliminarGracias una vez más, José. Un abrazo
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