Se fue
de puntillas y en silencio,
hilvanando entre las nubes
palabras que no nacieron,
promesas de siemprevivas,
que en el aire se rompieron.
Se fue
sin reproches ni lamentos,
con el viento a su favor,
y atrás dejó el desaliento
de mil noches de agonía
y mil días de tormento.
Se fue
bajo cirros cenicientos,
sobre lodosos estigmas
de falsos
requerimientos,
de vagas
incomprensiones,
de conjuros
traicioneros.
Se fue
a las claras escondiendo
entre espinas de
quebranto
la pasión que
consumieron.
Ni una lágrima regó
la sequedad de sus
sueños.
Ella no salió a
buscarlo.
Él no amagó su
proceso.
Y Amor se fue evaporando
por los poros del sendero.
(MjH)
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