Debajo del árbol
de frondosa copa,
el niño y la niña
de azul y de rosa,
con risa inocente,
saltan a la comba.
Se tiñe el paisaje
de voces canoras,
de cándidas chispas,
de vírgenes notas,
y su alegre canto
la tarde enamora.
A la rueda, rueda
y a la pata coja;
de los calendarios
se caen las hojas.
Debajo del árbol
de frondosa copa,
dos núbiles chicos
las manos se rozan
y un leve suspiro
de sus almas brota.
Se estremece el cielo,
de azahar se orla,
de almendros en flor,
de blancas begonias,
y un halo de luz
la tarde enamora.
A la rueda, rueda
y a la pata coja;
de los calendarios
se caen las hojas.
Debajo del árbol
de frondosa copa,
la joven pareja
enlaza sus bocas,
en un beso ardiente,
de ardientes corolas,
de claveles rojos
y amapolas rojas,
sellando con fuego
del amor su historia,
y un dulce latir
la tarde enamora.
A la rueda, rueda
y a la pata coja;
de los calendarios
se caen las hojas.
Debajo del árbol
en su mustia copa,
el amor asciende,
el amor corona
los dos corazones,
que al ocaso asoman,
y el otoño ocre
de hojarasca rota
arrulla en sus brazos
la brisa que sopla,
cuya serenata
la tarde enamora.
A la rueda, rueda
y a la pata coja;
de los calendarios
se caen las hojas.
El árbol desnudo
de esmeraldas hojas
cobija callado
al hombre que llora
y que a solas vela
la gélida losa,
bajo cuyas alas
de brumas remotas,
la mujer amada
yace entre las sombras
y un triste silencio
la tarde enamora.
A la rueda, rueda
y a la pata coja;
de los calendarios
se caen las hojas.
Llegó ya el invierno,
seca está la copa.
La vida no sigue,
la vida se corta.
Y bajo la tierra,
en las frías fosas,
dos cuerpos se unen
con raíces hondas,
y el amor eterno
la tarde enamora.
A la rueda, rueda
y a la pata coja;
en los calendarios
ya no quedan hojas.
(MjH)
No hay comentarios:
Publicar un comentario