Se desploma agosto
con su piel reseca
en la desnudez
de la estéril sierra.
Y cae de bruces
con su roja queja
sobre el pueblo cálido
y la ardiente era.
Esparce risueño
sus leños de hoguera
en los musgos mustios
de la vieja piedra.
Se derrumba tórrido
con pasión severa
en vacías calles
y en plazas
desiertas.
Desmorona el alma,
brota la tristeza
por las bocas cárdenas
de encendidas penas.
Y nada se salva
del fuego que quema,
sólo sobreviven
tus ojos de espera.
Se desploma agosto
con su piel reseca.
(MjH)
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