http://entre52.blogspot.com.es/2013/06/querida-alicia-carta-una-alumna-discola_21.html (2ª parte)
[...] Pero, sigamos con vosotros, con aquella díscola clase de 2º de
Aún hoy
me emociono cuando me acuerdo de todas las variadas actividades que pudimos
realizar, actividades que fueron posibles gracias a vuestra colaboración.Y se
cometían errores, pero ni os avergonzabais de ellos, ni os reíais de los
compañeros ni repelíais la corrección.
¿Recuerdas la primera vez que escribisteis un
poema? Os noté a todos tan satisfechos con vuestra obra… Cierto es que alguno
de estos poemas no se salvaba de un objetivo análisis estilístico, pero todos
eran para mí auténticas obras de arte, porque, con mayor o menor acierto, con
mejores o peores cualidades para la poesía, os habíais esforzado e intentado
plasmar en ellos lo mejor de vosotros mismos. Estabais aprendiendo a aprender y
yo, que os enseñaba, “co-aprendía” con vosotros. Y no quiero, que dejes de pensar en la importancia de aprender
también de tus alumnos y, sobre todo, disfrutar con ellos en su aprendizaje. Que
aquella máxima de los clásicos, “enseñar deleitando”, la amplíes y aprendas tú
también disfrutando. Cuando se enseña y se aprende disfrutando con lo que se
hace, el docente acaba convirtiéndose en educador, consejero y amigo para sus
alumnos: éste es el mejor pago y la mayor satisfacción que puedes alcanzar si
amas tu trabajo.
Enséñales siempre desde la verdad, desde la honestidad,
con la mayor honradez posible.
Empecé mi carta hablando de tu carácter díscolo y alocado, tanto que estuve a punto de
tirar la toalla contigo, de darte por perdida. No sabes lo que me congratula
hoy no haberlo hecho, porque puede ser que mi empeño por recuperarte haya
contribuido en algo en la orientación y consecución de tu futuro. Este futuro
con el que te veo tan entusiasmada y esperanzada. Si contribuí a que fuera
posible, mis años de profesión se sienten más que recompensados. Por eso,
Alicia, quiero que tengas presente que, a pesar de los escollos que muchos
alumnos te pongan, nunca caigas en la tentación de aborrecerlos o, simplemente,
ignorarlos. Busca siempre en ellos, como decía Salinas, “su mejor tú”, esa
ranura por donde entrarles, ese aspecto extraordinario que todos los seres
humanos tenemos y que, no siempre, sabemos mostrar. Trata de hacerlo. Pon en
marcha ese resorte. Te sentirás recompensada.
Contigo, Alicia, y con vuestro curso, una vez
vencidas las dificultades, llegué a mantener una relación excelente, mucho más
por inesperada. No me atrevo a definirla como de camaradería. Nunca llegamos a
ser ni camaradas ni “coleguis”. Sin embargo, nos teníamos cariño y nos
respetábamos. Ésta fue la base sólida de nuestra relación. Respeta siempre a
tus alumnos y serás respetada, no lo olvides. Trátalos con afecto, con cariño y
te lo devolverán. La buena relación con ellos no lleva implícito el “colegueo”.
No somos iguales; estamos en niveles diferentes por edad, por el tipo de
responsabilidad, por formación. Los alumnos dependen de nosotros para su
aprendizaje, para su educación, para su proceso de maduración. El afecto que
les tengas no está reñido con la exigencia ni con la autoridad. Y nunca olvides que nos convertimos en sus jueces
cuando los calificamos, cuando los corregimos. Y hay que explicarles el porqué
de esa valoración, el criterio con el que se hace y no cerrarles jamás la
puerta de la rectificación y la recuperación. Evita ponerles etiquetas; no los
marques.
Te decía antes que fueras honrada con ellos,
pero sé también coherente. Los adolescentes, si hay algo de lo que abominan, es
de las contradicciones. No puedes decirles hoy” blanco” y mañana “negro” sobre
el mismo asunto. Ellos entenderán que te equivoques y rectifiques, mas nunca
aceptarán un modo de actuar arbitrario y ambiguo.
Que
tu metodología incida tanto en los conocimientos teóricos como en las experiencias vividas en el mundo
real. No te ofusques con el programa,
Alicia. El alumno se motiva mejor cuando los conocimientos se le imparten a
partir de su propia realidad y sus propias experiencias.
Y voy acabando ya, pues no era mi
intención, al empezar esta carta, escribir otro Quijote.
A partir de septiembre, te estrenarás en esta
tarea. Sé que serás capaz de salvar cualquier obstáculo con el que choques,
porque has demostrado saber lo que quieres, tienes ganas y mucha vocación.
Espero y deseo que todo te salga conforme a tus expectativas, que no caigas
jamás en la monotonía, que encuentres en todos tus alumnos “un discípulo predilecto”,
“un verdadero discípulo”, y que tus días en la docencia te proporcionen tantas
satisfacciones como las que tú y tu grupo acabasteis dándome.
Si necesitas algo más de mí, por aquí me sigues
teniendo.
Un beso
Tu ex profe
No hay comentarios:
Publicar un comentario