martes, 31 de marzo de 2015

Cayó la noche...







 Cayó la noche y, en su silencio hueco, 
 se desplomó sobre la tarde cálida
 de un estío de luna fría y pálida,
 cayó la noche con bruno embeleco.

 Arisca y terca atrapó el sordo eco
 del deseo quiescente en la crisálida
 y el tierno amor huyó con faz escuálida
 por los lares de un río turbio y seco.

 ¡Noche fatal, con saña y sin clemencia
 oscureces la estancia del camino
 a lomos de la más negra inconsciencia,

 y te ensañas con loco desatino,
 abriendo entre los dos, sin indulgencia,
 la brecha hostil que ciega su destino!
                                                    MjH

domingo, 15 de marzo de 2015

Soneto a destiempo








Crecen amapolas en el campo abierto,
sueltas, sin barreras, tapizando el suelo
de bocas ardientes de rojo anhelo,
crecen libremente en el campo abierto.

Vuelan armoniosas en feliz concierto
blancas gaviotas con inquieto vuelo
y sin ataduras surcan por el cielo,
vuelan libremente en feliz concierto.

 Mas mi verso nace a ti encadenado,
de normas su hábitat pone en aprieto,
de modas y siglos vive liberado

y al hondo sentir, unido y sujeto,
a destiempo ya del uso mundano,
late por ti apresado, ¡oh soneto!

                                    (MjH) 


sábado, 14 de marzo de 2015

La casa







Allá en la distancia, entre la maleza,
tras firmes palmeras de hoja afilada,
como centinelas de su alma cansada,
se hallaba la casa envuelta en nobleza.

Sus muros vencidos de añeja entereza,
su faz somnolienta, teñida y ajada,
su portada regia de reja oxidada
ungían su aura de frágil grandeza.
  
Y desde el hogar de historias gozosas
de la vida el humo ya no se veía,
ni risas, ni llantos, ni fragantes rosas.

Quedaba la casa velada y vacía,
guardando en las grietas de olas brumosas
el misterio amargo de su edad tardía.
                                                       (MjH)


domingo, 8 de marzo de 2015

Llegó la muerte















                                 (https://www.pinterest.com/espialfaro/referentes-tem%C3%A1ticos-pintura/)

(En memoria de Curro Ontiveros, que se nos fue en un suspiro y a deshora una madrugada fiera y esquiva de febrero, sumiendo a todos los que lo conocimos y quisimos en una ciénaga de dolor. Antequera, febrero de 2015)




Llegó la muerte traicionera y fría,
cerró con saña sus alegres ojos,
selló brutal con gélidos cerrojos
aquella boca, que antes sonreía.

Aprisionó en jaulas de atonía
lozanos brazos de entrega a manojos
y abrió un manto de pálidos abrojos,
que hundió en la noche agujas de agonía.

¡Oh muerte, precoz y usurpadora,
que dejas el hogar desguarnecido
de amor, de luz, de fuerza embriagadora

y siembras con tu gesto desabrido
hondo aguijón de pena abrasadora,
en llanto sin consuelo consumido!
                                           (MjH)



sábado, 7 de marzo de 2015

Las diez de la mañana






Con rayos trigueños
de seda leonada,
sereno y diáfano,
el sol se destapa
y cubre orgulloso
con férvida capa
las colinas mustias,
la casa callada,
enluciendo el ciclo
de rubia algazara.


Las diez de la mañana.






 Ya cerca del río,
en sus aguas calmas,
el álamo altivo
despliega las ramas
y abre sus rendijas
con hojas celadas
a la brisa fresca,
a la brisa alba,
lanzando fecundo
verdes esmeraldas.


Las diez de la mañana.





Y soplan las voces,
brillantes y claras
(ondas constreñidas
en negras cloacas),
que limpian el aire
de sombras lejanas,
de presagios tristes,
de tristeza amarga,
su luz aniquila
la vieja añoranza.


Las diez de la mañana.




Se estremece el día,
por las calles anda
con sus ilusiones
de oro  bordadas
en el canesú
de su amplia saya
de azul cristalino
con fibras doradas,
llenando de vida
las calles y plazas.



 Las diez de la mañana.





Y en la torre inerte
de la ermita parda
zurean las palomas
cantos de esperanza.
No hay ocaso gris
ni noche enlutada
ni silencios fieros
ni dagas de plata.
Los hombres ya briegan,
la ciudad se agranda.


Las diez de la mañana.

               (MjH)