martes, 24 de enero de 2017

Cojo tu mano...







Cojo tu mano en mi mano,
tu franca mano de alba,
sin peligro ni recelo
y al contacto se abre el alma,
como los vanos sin puertas
por donde la vida pasa,
libre como el colibrí
al sobrevolar montañas,
como pétalos de seda
de la amapola temprana,
que se despliegan gozosos
en la campiña lozana.

Cojo tu mano en mi mano,
tu franca mano de alba,
y subo por sus peldaños
a la más sublime estancia
y allí, en cálido manto,
en su regazo arropada,
acariciamos despiertos
los sueños que nos embargan,
volutas de leves mimbres,
aspas que avivan la llama,
y en su vértice de fuego
a trote el amor cabalga.

Cojo tu mano en mi mano,
tu franca mano de alba,
y el camino se despeja
y el deseo se desata
y se perfuma de mirra
el perfil de mis entrañas,
y el aire se purifica
y acrisola madrugadas
y el viento pinta utopías,
que al cielo eleva sus alas,
y se disipan las dudas
y germina la esperanza.

Que allí donde esté tu mano,
tu franca mano de alba,
es lugar donde florece
el pleamar de mi alma.
                                       MjH



domingo, 15 de enero de 2017

Coplillas de ausencia






Ni veo risa en tus ojos
ni carcajeo en tus manos
ni palabras que acaricien
de mi corazón sus cantos.

Ni te paras a escuchar
la voz que estoy escuchando,
ni detienes tu mirada
en la luz que estoy mirando.

Ni te veo desear
los vuelos de mi arrebato
ni lo que esconde mi pecho
de sueños y desengaños.

Que todo fue fantasía,
todo comedia y teatro,
porque fingías quererme
con besos de cristal falso.

Las heridas que dejó
tu deserción de mi lado
se han cerrado para siempre,
con olvido se han sellado.

Que hace tiempo que te fuiste
sin aún haber llegado.
.
                                          MjH

martes, 10 de enero de 2017

Lo confieso


                              ( " Danza alrededor del becerro de oro" de Emil Nolde)
                  




Que no te destronen,
Dios, tus crueles sucedáneos,
telas de tarántulas
hambrientas,
que  penden amenazantes
sobre la humanidad desatenta.

Las veo, las siento,
espada de Damocles,
que inquietan de continuo mi vivir
y lo dislocan y lo desconciertan.

Que no te destronen, Dios.
Que no decidan la hora
de nuestro sueño eterno.
Que no llenen el mundo
de desmanes.
Que no esparzan terror sin freno.

No alientes, ¡oh Dios!,
su presencia.
Déjalos rendidos a la sepultura,
que abrieron infames
para los desafectos.

Mientras tanto, no los miro.
Los ignoro,
ídolos de visas,
ídolos de oquedad,
ídolos de hastío.
Ídolos de odio,
Ídolos de terror.

Quisieran ocupar “in aeternum”
tu trono infinito.
Recelan de ti,
y maltratan tus designios.

Y es tu designio el que acepto,
Dios, tu designio.
Sólo tu designio.

Lo confieso.
               MjH

Octavilla









Cuando es locura este sueño,
cuando es sueño esta locura,
el alma con tic risueño,
con afán, sin atadura,
con el más tenaz empeño,
levita a su soltura
y en ti halla renacida
sueño, locura y guarida.
                     MjH



Y te sueño...









Un vasto sueño
me acecha,
y me va venciendo,
y va escalando
lentamente
las puntas lánguidas
de la pestaña sumisa,
y me ocupa
las horas escogidas
del reloj inquieto.

Y cierro los ojos
y me exilio,
y la vida
se me escapa
a borbotones
por los efluvios
del aura onírica.

Y súbitamente
emerges tú, 
y sublimas el instante
y la noche
se viste de gala,
y te sueño...
                        MjH

Sólo un instante











Te vi sólo un instante.
Paseabas,
y de la mano de una diosa apócrifa te me mostraste,
cabalgando ilusiones por la tarde cálida de un día de sombras.

Sólo un instante,
y eclipsé
fulminantemente mis pasos y frené mi convicción,
detuve mi presente y te dejé bogar en tus sueños de olas.

Un instante sólo
y, encadenada
impenitentemente a un punitivo adiós ,
inmolé mi porvenir sobre el ara gélida de la dura roca.

Y en ese instante
cerré los ojos
y volaste sobre la cometa de mi dolor sangrante
sin deshojar siquiera los mustios tréboles de mi alma rota.

Y enmudeció el aliento,
y murió la melodía,
y el instante se hizo eterno.
                                          MjH