Llueve la tristeza
sobre el campo amargo,
caen gotas mustias
en aros viciados.
Y la tierra entonces
acoge en su manto
la ceniza turbia
de amor olvidado.
Llueven melodías
de gris desencanto
sobre los olivos
y los olmos blancos.
Sus ramas entonces
empapan el llanto
de vieja poesía
de verso elegiaco.
Llueven los recuerdos
de remotos años
sobre la armonía
del viento lejano.
Y la brisa entonces
esparce en el llano
la melancolía
de los días pardos.
¡Llueve la tristeza
sobre el campo amargo!
(MjH)