Mi boca jugosa conjugaba un beso,
de azahar tejido y de
sentimiento,
que anidaba tímido, con latido lento,
en la piel tatuada de albo embeleso.
Insomne se hallaba buscando el acceso
a la boca amante de
amor avariento,
aguardaba ansioso libarla
sediento
por el cauce grana del labio confeso.
Llegaba la noche umbría y callada,
pasaban serenos los azules días,
prendido en la boca en ardor bañada,
el beso seguía en
secas bahías
varado en la arena dolida y ajada,
naufragó en mares de melancolías.
(MjH)