viernes, 21 de junio de 2013

QUERIDA ALICIA: Carta a una alumna díscola ( 3ª parte)




http://entre52.blogspot.com.es/2013/06/querida-alicia-carta-una-alumna-discola.html (1ª parte)
http://entre52.blogspot.com.es/2013/06/querida-alicia-carta-una-alumna-discola_21.html (2ª parte)

[...]  Pero, sigamos con vosotros, con aquella díscola clase de 2º de la ESA del Nocturno. Yo os iba notando día a día la transformación. Veía cómo cambiaba el rictus de vuestra cara cada vez que entraba a clase. Os agradaba mi presencia. Ya no mostrabais rechazo. Parecía que os estaba transmitiendo mi bienestar: me sentía cómoda y vosotros conmigo. Y no es porque ya no os recriminara; lo hacía siempre ante cualquier inconveniencia o salida de tono que considerara improcedente; pero ya erais receptivos, porque habíais entendido bien que vuestra formación dependía de vuestro comportamiento y que éste debía cimentarse en el respeto a los demás y a vosotros mismos.

 Aún hoy me emociono cuando me acuerdo de todas las variadas actividades que pudimos realizar, actividades que fueron posibles gracias a vuestra colaboración.Y se cometían errores, pero ni os avergonzabais de ellos, ni os reíais de los compañeros ni repelíais la corrección.

 ¿Recuerdas la primera vez que escribisteis un poema? Os noté a todos tan satisfechos con vuestra obra… Cierto es que alguno de estos poemas no se salvaba de un objetivo análisis estilístico, pero todos eran para mí auténticas obras de arte, porque, con mayor o menor acierto, con mejores o peores cualidades para la poesía, os habíais esforzado e intentado plasmar en ellos lo mejor de vosotros mismos. Estabais aprendiendo a aprender y yo, que os enseñaba, “co-aprendía” con vosotros.  Y no quiero, que dejes de pensar en la importancia de aprender también de tus alumnos y, sobre todo, disfrutar con ellos en su aprendizaje. Que aquella máxima de los clásicos, “enseñar deleitando”, la amplíes y aprendas tú también disfrutando. Cuando se enseña y se aprende disfrutando con lo que se hace, el docente acaba convirtiéndose en educador, consejero y amigo para sus alumnos: éste es el mejor pago y la mayor satisfacción que puedes alcanzar si amas tu trabajo.


 Enséñales  siempre desde la verdad, desde la honestidad, con la mayor honradez posible.  

Empecé mi carta hablando de tu carácter díscolo y alocado, tanto que estuve a punto de tirar la toalla contigo, de darte por perdida. No sabes lo que me congratula hoy no haberlo hecho, porque puede ser que mi empeño por recuperarte haya contribuido en algo en la orientación y consecución de tu futuro. Este futuro con el que te veo tan entusiasmada y esperanzada. Si contribuí a que fuera posible, mis años de profesión se sienten más que recompensados. Por eso, Alicia, quiero que tengas presente que, a pesar de los escollos que muchos alumnos te pongan, nunca caigas en la tentación de aborrecerlos o, simplemente, ignorarlos. Busca siempre en ellos, como decía Salinas, “su mejor tú”, esa ranura por donde entrarles, ese aspecto extraordinario que todos los seres humanos tenemos y que, no siempre, sabemos mostrar. Trata de hacerlo. Pon en marcha ese resorte. Te sentirás recompensada.

  Contigo, Alicia, y con vuestro curso, una vez vencidas las dificultades, llegué a mantener una relación excelente, mucho más por inesperada. No me atrevo a definirla como de camaradería. Nunca llegamos a ser ni camaradas ni “coleguis”. Sin embargo, nos teníamos cariño y nos respetábamos. Ésta fue la base sólida de nuestra relación. Respeta siempre a tus alumnos y serás respetada, no lo olvides. Trátalos con afecto, con cariño y te lo devolverán. La buena relación con ellos no lleva implícito el “colegueo”. No somos iguales; estamos en niveles diferentes por edad, por el tipo de responsabilidad, por formación. Los alumnos dependen de nosotros para su aprendizaje, para su educación, para su proceso de maduración. El afecto que les tengas no está reñido con la exigencia ni con la autoridad. Y nunca  olvides que nos convertimos en sus jueces cuando los calificamos, cuando los corregimos. Y hay que explicarles el porqué de esa valoración, el criterio con el que se hace y no cerrarles jamás la puerta de la rectificación y la recuperación. Evita ponerles etiquetas; no los marques.

Te decía antes que fueras honrada con ellos, pero sé también coherente. Los adolescentes, si hay algo de lo que abominan, es de las contradicciones. No puedes decirles hoy” blanco” y mañana “negro” sobre el mismo asunto. Ellos entenderán que te equivoques y rectifiques, mas nunca aceptarán un modo de actuar arbitrario y ambiguo.

Que tu metodología incida tanto en los conocimientos teóricos  como en las experiencias vividas en el mundo real.  No te ofusques con el programa, Alicia. El alumno se motiva mejor cuando los conocimientos se le imparten a partir de su propia realidad y sus propias experiencias.

Y voy acabando ya, pues no era mi intención, al empezar esta carta, escribir otro Quijote.

A partir de septiembre, te estrenarás en esta tarea. Sé que serás capaz de salvar cualquier obstáculo con el que choques, porque has demostrado saber lo que quieres, tienes ganas y mucha vocación. Espero y deseo que todo te salga conforme a tus expectativas, que no caigas jamás en la monotonía, que encuentres en todos tus alumnos “un discípulo predilecto”, “un verdadero discípulo”, y que tus días en la docencia te proporcionen tantas satisfacciones como las que tú y tu grupo acabasteis dándome.

Si necesitas algo más de mí, por aquí me sigues teniendo.

Un beso

Tu ex profe



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