Pasó el ayer con alas agitadas,
sobrevoló las huellas del camino,
garras mostró como el feroz felino,
que persigue veloz presas ansiadas.
Pasó el ayer con rosas perfumadas,
que deshojó sellando su destino,
sin que su olor borrara el desatino
de almas tiernas atrozmente marcadas.
Atrás quedó aquel ayer perdido
cuando con fe brotaban bellas flores
en un jardín ameno y no temido.
Sólo el reflejo del bien
acaecido,
luz fugaz de sueños abrasadores,
luz fugaz de sueños abrasadores,
ilumina el presente
ensombrecido.
MjH
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